El camino de la virtud
Sabrina Little, profesora de filosofía y campeona nacional de ultramaratón en Estados Unidos, escritora del libro The Examined Run: Why Good People Make Better Runners (La corrida examinada: Por qué las buenas personas hacen mejores corredores) es un ejemplo vivo de cómo la disciplina y la práctica forjan el carácter.
Como atleta, ha aprendido que no se adquieren virtudes solo acumulando kilómetros, sino practicando y actuando como la persona que queremos ser.
En este sentido, filósofos como Aristóteles, Platón y Confucio han escrito sobre la importancia de la virtud. Sin embargo, para Aristóteles, las virtudes no son un estado pasivo, sino una práctica constante.
Del miedo a la acción
Reflexionando sobre esto, me acuerdo del miedo que sentí cuando decidí lanzarme como inversor independiente. Estaba en NY, aferrado a la seguridad de mi trabajo, y la incertidumbre me paralizaba: ¿qué pasaba si fracasaba?
Me llevó un año y medio juntar el coraje necesario para dejar ese trabajo y apostar todo a ser un inversor a tiempo completo. La primera vez que invertí por mi cuenta, las dudas me invadieron.
Pero, como decía este tal Aristóteles, las virtudes se adquieren practicando. Se necesita actuar con generosidad para volverse generoso, enfrentar desafíos para forjar el coraje y perseverar para lograr la excelencia.
Entonces uno se vuelve inversor, invirtiendo.
El mercado, al igual que para correr largas distancias, exige paciencia, calma y perseverancia. Cada operación fallida y cada acierto son oportunidades para aprender.
Convertirse en inversor no es solo manejar números; es una prueba constante de carácter. Se trata de aprender a mantener la calma en momentos difíciles y a confiar en el proceso, aun cuando todo parece incierto.
¿Cómo empiezo?
Para aquellos que deseen convertirse en inversores, hay ciertos “must do” o puntos clave que considero vitales:
1. Aprender: El primer punto y uno de los más importantes. Si bien la práctica te convertirá en inversor, aprender es clave para o cometer errores que se podrían evitar.
2. Lanzarse sin miedo al mercado: No se puede aprender a nadar sin mojarse. Es el paso más difícil, pero crucial.
3. Aceptar que cometerás errores: El aprendizaje viene de las caídas. Cada error es una lección, y cada acierto refuerza tu estrategia.
4. Mantener la paciencia y la calma: Las decisiones impulsivas pueden costar caro. Como en las carreras de resistencia, hay que distribuir la energía y mantenerse sereno.
5. Formar hábitos de análisis y disciplina: Ser constante y analizar tus decisiones te hará mejorar como inversor.
Animarme fue mi mejor inversión. Porque, al final, se trata de perder el miedo, aprender y sentirse realmente un inversor. La práctica hace al maestro, y el mercado siempre premia a quienes están dispuestos a evolucionar.